PORTUGUÉS: 7/9/2023*
Militantes y miembros del PCO realizan, los días 8 y 9, en São Paulo, la 34ª Conferencia Nacional del Partido. El primer día, delegados y observadores debatieron el informe político nacional e internacional, que fue presentado por el compañero Rui Costa Pimenta. A continuación, puede leer íntegramente el documento presentado a los participantes del evento:
“La victoria electoral de Lula da Silva a fines del año pasado fue una victoria espectacular para la clase trabajadora, sin embargo, solo decir eso sería una simplificación grosera de los problemas que planteó esta victoria e incluso explicar la victoria misma.
El tercer mandato de Lula difiere mucho de sus dos mandatos anteriores y de los dos mandatos de Dilma Rousseff. En 2002, en el momento de la victoria de Lula, la crisis social estaba a punto de estallar, como acababa de estallar en Argentina, el fin de los mandatos del PSDB era prácticamente una imposición silenciosa de las masas. La burguesía pudo haber manipulado al régimen para crear un tercer mandato tucán (símbolo del PSDB), pero la medida habría terminado, probablemente, en un catastrófico derrocamiento del gobierno por parte de las masas empobrecidas. El régimen político que surgió de tal ruptura, como se vio en Argentina, Bolivia, Venezuela y en otras partes del mundo, sería radicalmente más izquierdista que el gobierno que surgió en 2002.
Ante la espada puesta al cuello del régimen político por la inmensa crisis social del gobierno de la FHC, la burguesía se vio obligada a aceptar a Lula. Esta no es la naturaleza de la crisis que traerá de vuelta a Lula al gobierno en 2023.
Bolsonarismo, la clase obrera y la división de la burguesía
Si en 2002 hubo un relativo consenso entre los capitalistas con respecto a la elección de Lula, no se puede decir lo mismo de 2022. La gran mayoría de los capitalistas se decantó por la extrema derecha y por el bolsonarismo, una capa mayoritaria de la clase media también. Si bien en términos de número de miembros, Bolsonaro fue el candidato más popular dentro de la burguesía, en términos de volumen de capital, esta disputa es más controvertida. Los sectores más grandes del capital internacional y del capital financiero tenían y aún tienen serias reservas sobre el bolsonarismo. Las reservas no son un problema ideológico, sino práctico. El bolsonarismo es un movimiento del capital nacional brasileño, que busca la convivencia con el imperialismo sobre bases diferentes a las que le gustaría al imperialismo, este movimiento es bastante hostil al proletariado, pero también encuentra reservas en la derecha imperialista al estilo del PSDB.
En períodos anteriores, buscamos caracterizar al petismo como un movimiento nacionalista burgués, esta evaluación sigue siendo correcta incluso si caracterizamos al bolsonarismo como perteneciente también a la burguesía nacional. La diferencia entre ambos se debe a la naturaleza de los sectores sociales que componen ambos campos.
Históricamente, el PTismo fue una alianza de sectores más progresistas del capital nacional (sectores industriales y agroindustriales más débiles), sectores pequeñoburgueses más vinculados al proletariado y amplias capas populares. Este frente está simbolizado por la ideología “nacional-desarrollista” del PT, que defiende una presencia estatal para llevar a cabo reformas que busquen el desarrollo económico y un conjunto de reformas que favorezcan a los más pobres. El PT es menos, en este sentido, un movimiento burgués que pequeñoburgués, mientras que la burguesía bolsonarista es una burguesía de carne y hueso, de ahí su carácter profundamente antiobrero y antiprogresista.
En 2023 se mantuvo esta alianza, pero cambió el peso de los sectores sociales en ella. El sector más dinámico del capital nacional, como contratistas e industrias, quedó prácticamente anulado políticamente por el golpe de Estado de 2016 y la operación Lava Jato. El apoyo al PT entre los capitalistas medios y los capitalistas rurales, incluso en el Nordeste, prácticamente desapareció. La clase media que apoyó varias elecciones del PT estaba dividida y una gran parte apoyaba el bolsonarismo. El frente popular de Lula en 2023 es un frente con la sombra de la burguesía, con sectores minoritarios y sin representación dentro del gran capital, su candidatura se basó prácticamente exclusivamente en las masas populares.
La Coalición Bolsonarista
La coalición bolsonarista demostró ser una coalición de los sectores más atrasados del capital nacional, el agronegocio parasitario y su forma política, el “centrão” (políticos fisiológicos que componen la mayoría del parlamento), así como de sectores secundarios del capital en las ciudades, como por ejemplo el “viejo de la Havan” (millonario excéntrico y fanático bolsonarista) y con el apoyo circunstancial de un sector del capital financiero. Estos capitalistas organizaron en torno al bolsonarismo a una mayoría de la clase media tradicionalmente conservadora, amplios sectores policiales y militares e incluso sectores minoritarios del proletariado y el lumpen-proletariado. Esta configuración no es ajena a los movimientos de extrema derecha, que históricamente han sido capaces de organizar sectores populares a sus espaldas, cuando cuentan con el amplio apoyo de los capitalistas. Su fuerza electoral resultó ser de gran importancia, y quizás fue ella la que eligió a Lula, paradójicamente.
El imperialismo y su lucha por seguir existiendo como fuerza política en Brasil
La escisión en la derecha iniciada por el bolsonarismo tomó al imperialismo y sus partidos, como el PSDB, su base electoral tradicional, que se volvió casi en su totalidad bolsonarista. La fuerza de este movimiento no solo se debió a la victoria electoral de Bolsonaro en 2018, sino también a su alianza con el centrão durante el gobierno. La coalición de Bolsonaro amenazó con barrer de la existencia el llamado “centro político”, es decir, la derecha imperialista. Para el imperialismo, apoyar a Bolsonaro, el candidato más alineado con él, significaría acelerar la rápida descomposición de la derecha tradicional. Al final de la primera vuelta vimos el resultado de la fuerza de la extrema derecha, eligieron 99 diputados federales en el PL (partido de Bolsonaro), 59 en la União Brasil (fusión del DEM con el PSL), 49 en el PP (Partido de Arthur Lira y miembro de la coalición de Bolsonaro) y 42 en lo Republicanos (Partido de la Iglesia Universal y miembro de la coalición de Bolsonaro).
Sectores bolsonaristas o casi bolsonaristas ganaron las elecciones mayoritarias de São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, el trípode de apoyo del régimen político (principales estados), así como varios otros estados del país. El PSDB eligió su bancada más pequeña de la historia, con apenas 13 diputados.
La presión contra el imperialismo, de la izquierda y de la derecha, los colocó frente a una opción casi imposible o, como dijo el Estadão (principal diario de la derecha) al comienzo de la 2ª vuelta, “la peor de las pesadillas”.
Muchos se preguntarán por qué el imperialismo ha renunciado a la llamada tercera vía. La prensa mantuvo a Bolsonaro bajo una enorme presión antes de las elecciones, con ataques diarios. Buscaron debilitar a la derecha a lo largo de 2022 utilizando la Investigación de las “Fake News” y el Ministro del STF (Tribunal Supremo), Alexandre de Moraes. El objetivo era simple, convertir a Bolsonaro en un candidato inviable, para que llegara a la segunda vuelta y fuera derrotado por cualquiera. Esta política una vez más fracasó catastróficamente.
La candidata de la llamada tercera vía fue Simone Tebet, por la elección de la candidata y su publicidad, estaba claro que el objetivo era que ella pasara a la segunda vuelta en lugar de Lula y enfrentara a Bolsonaro y luego lo derrotara. La maniobra fue abortada cuando fracasó la campaña para descarrilar a Bolsonaro. Para sacar a Lula de la segunda vuelta se necesitaría una campaña derechista, anticomunista y antipopular, Bolsonaro tendría que estar tan deprimido que no podría beneficiarse de esta campaña. Si hubieran intentado derrocar a Lula en plena elección, probablemente habrían elegido a Bolsonaro en la 1ª vuelta o, en el mejor de los casos para el imperialismo, llevado a la segunda vuelta a Simone Tebet como candidata derrotada. Contra todo y contra todos, contra el hombre más popular de Brasil, Lula, Bolsonaro obtuvo el 43% de los votos en la 1ª vuelta. Sería estúpido no reconocer la fuerza electoral de la derecha y del cargo de presidente de la república.
De la división de los de arriba, la victoria de los de abajo
Ante la “peor de las pesadillas”, la burguesía imperialista se dividió, se ve por la actuación de Alexandre de Moraes en la segunda vuelta, que la presión sobre Bolsonaro disminuyó significativamente. La burguesía, ahora, temía una victoria aplastante de Lula. También es visible que sectores como la Red Globo, por intereses particulares, apoyaron a Lula, o al menos le permitieron ganar. La pequeña burguesía organizó una verdadera insurrección patronal contra el candidato del PT, representada por miles de acusaciones de “coacción electoral” sufridas por los empleados.
Ante este marco de división, con el tímido apoyo de sectores imperialistas de derecha, las fuerzas populares lograron ganar las elecciones. A diferencia de 2002, las masas no impusieron la victoria de Lula, pero la crisis de la burguesía permitió la victoria incluso con una movilización menor.
El gobierno de lula
El nuevo gobierno de Lula es un espejo de su campaña electoral. Los sectores burgueses que integran el nuevo gobierno son sectores minoritarios y sin expresión ni autoridad ante los capitalistas. Ante la poca movilización de los trabajadores, los representantes del PT en el gobierno pertenecen a su ala más derecha. Buscando un acuerdo con el imperialismo que tenía reservas sobre el bolsonarismo, Lula les dio ministerios, como es el caso de las ministras: Simone Tebet, Marina Silva, Sonia Guajajara y Anielle Franco.
Sin embargo, a diferencia de los gobiernos anteriores, Lula mantuvo el control directo, a través de los ministros del PT, de todos los ministerios esenciales para trabajar con la población.
Sorprendentemente, sin embargo, es la propia actuación de Lula. De sus declaraciones y política exterior vemos que el presidente se encuentra en su fase más izquierdista desde 2002, quizás en toda su carrera política. También vemos que la intención del presidente es buscar un camino más a la izquierda que en 2002. El miembro más a la izquierda del gobierno de Lula es el mismo Lula.
Los primeros seis meses de gobierno
Es visible que en los primeros seis meses de gobierno Lula está tratando de encontrar la manera de aplicar su política. Sin tener apoyo en la Cámara, Senado o STF. Esta camisa de fuerza puesta por las instituciones paraliza al gobierno en temas esenciales, excepto en los que interesan al imperialismo y al capital financiero. Ante una inmensa polarización, desde el punto de vista institucional, el imperialismo se convirtió en la punta de la balanza. La falta de movilización popular hace con que el inmenso apoyo que Lula tiene sea, para todos los efectos, inocuo.
Las medidas más importantes del gobierno hasta el momento, como el Marco Fiscal y la Reforma Tributaria, fueron medidas en interés de los capitalistas, no de su propio programa de desarrollo. Además, Lula solo lanzó tímidas acciones en empresas estatales, donde no se requiere la aprobación del Congreso.
Esta situación está llegando a su fin, parece. Los asuntos de interés común entre Lula y el imperialismo se agotan con la reforma tributaria y ponen en entredicho lo que sucederá después.
El resurgimiento de la izquierda golpista
Apenas Lula se sentó en la presidencia, sectores golpistas de izquierda como el PCB, PSTU y parte del PSOL ya comenzaron a atacar al gobierno, los dos primeros incluso organizando manifestaciones callejeras contra el nuevo marco fiscal. La retórica de sectores filoimperialistas de izquierda como Jones Manoel indica una muestra de que se reutilizará la estrategia de usar la izquierda para atacar al PT. Ya acusan a Lula de fraude electoral, como hicieron con Dilma, ya organizan manifestaciones, como hicieron con Dilma, y en el Congreso ya vemos la misma tendencia.
El crecimiento de la presión ambiental del imperialismo
Desde que asumió Lula, la presión ambientalista dentro de la izquierda, la prensa y el imperialismo ha crecido de forma descomunal. Es necesario resaltar aquí la posición cuasi-religiosa del IBAMA cuando prohibió la investigación petrolera en el margen ecuatorial del país, de las protestas del PSOL contra la pavimentación de la BR 319 que une Porto Velho (RO) con Manaus (AM), así como la presión para simplemente dejar de explorar en busca de petróleo en el país. Toda esta presión muestra el interés del imperialismo en atacar al gobierno del PT, obligándolo a detener el desarrollo nacional, o, luego, acusándolo de estar en contra del medio ambiente. Eso ya se hizo antes, con el caso de la Usina de Belo Monte y el lanzamiento de la candidatura de Marina Silva en 2010 y 2014. Claramente, esta es una maniobra que pretende repetirse.
La posición de los think tanks internacionales
Es notable el cambio de tono de sectores de la prensa imperialista y sus Think Tanks en relación al gobierno de Lula. El caso más llamativo fue la posición del Think Tank Global Americans, socio del Instituto IIREE y financiado por el National Endowment for Democracy, un frente de la CIA. En un artículo publicado en los últimos 30 días, el Think Tank aboga por que EE. UU. demuestre que “no le dará un pase al régimen de Lula para abrazar a dictadores y rivales extrahemisféricos” (Rusia y China).
La prensa francesa, en particular el periódico Liberátion, también atacó al gobierno Lula durante su visita al país. Mostrando que el imperialismo no está contento con el gobierno de Lula.
El avance de la censura
Durante el gobierno de Lula, el imperialismo aprovechó la oportunidad para explotar la posición equivocada del gobierno en el tema de la censura y buscó, a través del Poder Judicial y la nueva legislación, reducir aún más los derechos de libre expresión existentes en el país y atacar los derechos democráticos. Preocupa bastante la acción de Flávio Dino y su PL de las Fake News (proyecto legislativo) para la creación de un inmenso aparato de censura. También es posible que este avance contra la libertad de expresión sea una preparación para un golpe contra el mismo Lula, al preparar el terreno para silenciar a los partidarios de Lula en caso de una movilización de carácter golpista.
Fermentación de movimientos populares y obreros
Después de la toma de posesión del gobierno Lula, vemos que hay una tendencia de movilización concentrada principalmente en los sectores más pobres y marginados del proletariado. Es el caso de las crecientes movilizaciones por la lucha por la tierra que se dieron en este primer semestre y la lucha por la vivienda, las cuales se han convertido en terreno fértil para el avance del partido. Es natural que este sea el sector más fácil de radicalizarse, ya que es el sector del proletariado más duramente atacado. Una movilización a gran escala de estos sectores podría ser la palanca para poner en movimiento a los sectores fundamentales de la clase trabajadora.
Otro sector importante de las masas que reacciona a la crisis es la juventud, cuya movilización cumple la misma función que los sectores anteriores.
No hace falta decir que toda esta movilización no deberá partir desde el interior de las organizaciones oficiales de masas. De ahí la importancia esencial de los comités de lucha como medio de movilización, al principio de carácter molecular, pero que debe, bajo el impacto de la crisis política y económica, transformarse en un movimiento de masas.
Ataque al PCO
Un síntoma de la posición golpista del imperialismo manifestada en la izquierda filo-imperialista y en la prensa internacional dirigida por la CIA, es la reanudación de los ataques contra nuestro partido.
Se está produciendo un ataque directo a través de una investigación policial contra el partido, claramente articulado en torno a las denuncias vertidas el año pasado por los órganos PSOListas DCM e Fórum. Estos organismos ya han comenzado a organizar una campaña de prensa contra nosotros.
Neutralizar al PCO es una política cuyo sentido estratégico es evitar la inminente cristalización de la vanguardia revolucionaria como actor protagónico de la política nacional. Sin embargo, en su sentido inmediato forma parte de una alternativa golpista contra el gobierno de Lula.
Independientemente de los hechos puntuales, liquidar el PCO es, en la coyuntura actual, una tarea inviable. Nuestro partido crece aceleradamente frente al impasse del gobierno de Lula y tiende a consolidarse como el mayor partido militante del país en poco tiempo.
Nuestra línea política
Aunque no apoyamos al gobierno del PT en su conjunto, nuestra posición frente a él debe ser flexible. En primer lugar, es necesario monitorear cuidadosamente tanto la evolución de la militancia de izquierda mayoritariamente PTista, como de las masas. Y esta experiencia tiene como centro su relación con el gobierno del PT.
Debemos destacarnos en la defensa activa y militante de todas las políticas progresistas enunciadas o puestas en práctica por el gobierno y tener la mayor sobriedad y profundidad en la crítica a la política del gobierno, poniendo siempre en primer plano las reivindicaciones transitorias como medio fundamental de impulsión de las masas (salario, empleo, petróleo, derechos democráticos, etc.). Debemos exigirle al gobierno que se comporte como una representación de la clase obrera y las masas en todos los momentos.
En el campo internacional, el enfrentamiento entre el imperialismo y los países semi-coloniales y atrasados tiende claramente al enfrentamiento. En esta lucha debemos ocupar el primer lugar, como lo estamos haciendo con la campaña contra el bloqueo a Cuba y en defensa de la operación militar rusa en Ucrania.
Una tarea práctica que debe organizarse de inmediato es la intervención en las elecciones municipales de 2024. Debemos organizar candidatos en las principales ciudades ahora mismo y hacer una discusión amplia sobre el programa antes y durante el congreso del partido que se realizará en noviembre.