LULA Y EL IMPERIALISMO
¿Qué significa la visita de Lula a EE.UU.?

Al saludar a la derecha, Lula corta a la izquierda

Un hecho reciente ha entrado en los ejes de discusión tanto de la izquierda como de los capitalistas. La visita de Lula a los Estados Unidos ha sido objeto de escrutinio por parte de la prensa burguesa, donde cada palabra emitida por el presidente es un intento, o de atacarlo, o de empujarlo hacia la derecha – lo que no se corresponde con la realidad material de las cosas, así como la visión de sectores más sectarios de la izquierda, que ven la visita de Lula como una forma de felpudismo al imperialismo.

Algo de suma importancia, pero que queda fuera de los análisis más confusos, se refiere a la propuesta de Lula para la creación de un «club de la paz», que, en palabras del presidente, sería una forma de colocar a Brasil en el centro de la discusión por la paz entre Rusia y Ucrania. El imperialismo, sin embargo, rechaza enfáticamente esta iniciativa, ya que, según el propio vocero del Consejo de Seguridad Nacional, “nada sobre Ucrania (debe ser discutido) sin Ucrania”. La posición imperialista es clara, así como la de sus seguidores: solo Ucrania, que no es más que un títere nazi controlado por la OTAN, debe decidir sobre el rumbo de Ucrania. Es decir, solo la OTAN debería liderar la situación entre Rusia y Ucrania. El deseo de un “club de la paz” con países no alineados con el imperialismo, como China, es una confrontación muy relevante con la visión de que solo el régimen de Kiev debe tener una voz activa sobre el conflicto y sus resoluciones.

Otro punto central que marca la visita de Lula a Estados Unidos es la visión del presidente brasileño sobre el conflicto y sus orígenes, ya que, en la visión del petista*, Rusia no es la gran culpable por la guerra, como suelen retratar los voceros de la prensa burguesa. Lula se ha pronunciado en repetidas ocasiones sobre el conflicto, mencionando que es necesario dar “condiciones mínimas” para que Rusia ponga fin a la guerra. Lo que debe entenderse, sin embargo, es que los «términos mínimos» se refieren a la retirada activa de las tropas de la OTAN de las fronteras de Rusia, que ha sido la demanda rusa desde el principio. La postura de Lula en temas relacionados con la expansión de la OTAN no es nueva, como en los casos en que el imperialismo abrió fuego contra Edward Snowden y Julian Assangue, siendo ambos defendidos y elogiados por el presidente brasileño, quien no solo no los trató como criminales, sino que los categorizó por la importancia de sus acciones, que fueron, básicamente, acusaciones muy graves sobre los crímenes del imperialismo. Sobre el discurso de Lula a respecto de Ucrania, es de imaginar que a Biden tampoco le gustó.

El imperialismo ya ha demostrado, innumerables veces y durante muchos años, que las únicas opciones aceptadas serán los que tengan a Rusia como culpable o como blanco. Lula quiere poner fin, sin embargo, a la agresión de la OTAN contra los rusos. Su voluntad de liderar las negociaciones de paz, tan rechazada por Estados Unidos, es una reasignación de la posición brasileña. Lula y Brasil ya no están totalmente a merced de la situación, como estuvimos con Bolsonaro, porque la situación material que asumimos, con la postura y las acciones de Lula como jefe de Estado, hacen con que nos posicionemos al lado de Rusia en la solución del conflicto. En lugar de retirar uno que otro discurso demagógico de Lula denunciado por la prensa capitalista para analizar su postura, es necesario interpretar la realidad en su totalidad: Lula defiende que las tropas de la OTAN abandonen Rusia y sus fronteras, cesando el ataque al país cuya letra R de los BRICS pertenece y, en última instancia, cumple con las demandas rusas para el conflicto bélico.

Al seguir la prensa rusa, tanto en los sitios de noticias como en los canales rusos de Telegram y otras redes sociales, queda claro cómo ven los rusos la posición de Lula: un socio en América del Sur. Lula no es la reencarnación de Lenin, como esperan algunos sectores frustrados y sectarios, pero está lejos de ser Gabriel Boric, un “aliado de Ucrania en América Latina”, como dijo el propio presidente chileno. Con sus posturas y discursos, incluso con solo un mes y unos días en el cargo, Lula ya migró la posición brasileña no hacia la llamada nueva izquierda de Boric y Petro, sino hacia la izquierda, que no solo acoge bien las ideas revolucionarias, como también se opone radicalmente al imperialismo: como es el caso de Maduro, Díaz-Canel y Daniel Ortega. Estos tres mandatarios reconocen a Lula como un aliado en su defensa contra los sucesivos ataques de Estados Unidos y de Joe Biden, quien intentó en innumerables ocasiones una condena de Lula hacia Cuba, Venezuela, Irán, China y Rusia, pero siempre fracasó, como quien intenta agarrar un jabonete, por resbaladizo que es, ese jabonete es el presidente Lula, quien, mientras garantiza uno que otro discurso diplomático para toquetear los egos del imperialismo, posiciona a Brasil, cada vez más, al lado de los países atrasados, ​​cuyo enemigo número uno es Estados Unidos.

Luis Inácio Lula da Silva, así como durante la campaña electoral, debe ser analizado por la realidad de sus discursos y posturas: una persona ligada a los sindicatos y al pueblo, conciliador, pero que, mientras saluda a la derecha, corta a la izquierda. Lula es lo que es, y no tiene sentido catalogarlo como un felpudo imperialista, cuando la realidad va en otra dirección.

*Lula es integrante del Partido de los Trabajadores en Brasil (PT) n.t.