Lección
Honduras y las Lecciones para la Izquierda

La Victoria sirve de ejemplo para Brasil y todos los países que han sufrido o están sufriendo golpes impulsados ​​por el imperialismo

Luego de 12 años del golpe de Estado que sacó a Manuel Zelaya de la presidencia de Honduras, su esposa, Xiomara Castro, ganó las elecciones presidenciales del Partido Liberdade e Renovação, que tuvo lugar el 28 de noviembre. La victoria de Castro representa la derrota del movimiento golpista, que comenzó en 2009 con la deposición de Zelaya por parte del imperialismo, en un golpe de Estado que rápidamente fue reconocido por Washington.

Desde entonces, se han realizado tres elecciones en el país que inauguró la ola de golpes de Estado en América Latina. En todas, la derecha golpista se mantuvo en el poder a través de la manipulación, el fraude y el uso intenso de la violencia contra los opositores.

En las actuales elecciones, la victoria electoral de Xiomara Castro, sólo fue posible gracias a la fuerte movilización llevada a cabo por la candidata. Incluso intentando un nuevo fraude electoral, similar a lo ocurrido en 2017 (cuando los resultados fueron claramente amañados por la derecha), el golpe de Estado terminó perdiendo. Evidentemente, no fueron consideraciones morales las que sensibilizaron a los golpistas, sino la movilización popular en marcha, en apoyo de Xiomara Castro, la que impuso la derrota del golpe.

Ciertamente, el recuerdo del resultado electoral de 2017, las protestas que han seguido desde entonces y la expectativa de nuevas movilizaciones, aún más violentas, también contribuyeron a acorralar al imperialismo.

Levantes de 2017

Con motivo de las últimas elecciones generales, cuando fue reelegido el presidente golpista Juan Orlando Hernández (del “Partido Nacional de Honduras”), fuerzas de oposición organizadas en la coalición “Alianza de Oposición contra la Dictadura” y lideradas por Salvador Nasralla, ganaban las elecciones, cuya votación fue sorprendentemente interrumpida 3 horas y media antes de la hora habitual de cierre, tradicionalmente a las 19:30.

Es importante resaltar que el motivo alegado por los golpistas en 2009 para derrocar a Zelaya fue el intento de fraude electoral. 

Además del cierre de las urnas en un período inédito, con el 57% de las urnas contadas, Nasralla emergió como el ganador de la elección, con el 45,17% de los votos conquistados, frente al 40,21% de Hernández. Sin embargo, con el 82,89% de las urnas completadas, la justicia electoral del país apuntó al vuelco de Hernández, quien sería reconocido como ganador el 29 de noviembre, con un pequeño margen de 1,53 puntos porcentuales.

Nasralla denunció las maniobras fraudulentas, agregando una falla en los sistemas del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que habría favorecido el fraude. Este hecho fue confirmado por la presidencia del organismo burocrático, que se defendió diciendo que el fallo “no fue atípico ni comprometió los resultados de las elecciones”.

Derrotadas por el fraude, las fuerzas opositoras llamaron a la población a tomar las calles contra el resultado y los golpistas, desatando una ola de violentas protestas que se apoderó del país caribeño el mismo día 29. Los manifestantes intentaron invadir las instalaciones del TSE, en lo que fueron impedidos por la represión. En respuesta, el gobierno golpista estableció el estado de sitio para contener la revuelta popular.

En esta primera ola de protestas, alrededor de 500 personas fueron detenidas por los golpistas en respuesta a la movilización popular, que aún tenía 20 heridos y al menos 7 muertos. Las movilizaciones pacíficas convocadas por la Alianza contra el fraude electoral enfriaron los ánimos de la indignada población, que pronto volvería a las calles.

Con la declaración oficial del triunfo golpista, el presidente depuesto en 2009, Manuel Zelaya, volvió a convocar a manifestaciones en el país, siendo prontamente respondido con una huelga general y bloqueos de carreteras y calles en Tegucigalpa, la capital del país, y de las principales ciudades de Honduras. La nueva ola de protestas duraría 3 días. En total, 22 personas murieron según el gobierno hondureño, una cifra inferior al saldo presentado por la ONG Amnistía Internacional, que indica 31 muertes. Otra organización, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), indica que en las protestas ocurrieron 32 muertes, que dejaron 232 heridos, 1085 presos y 72 víctimas de tortura.

Las protestas continuaron a lo largo de los años.

El golpe hundió al país (uno de los más pobres de América Latina) en una pobreza generalizada y una diáspora sin precedentes. El alarmante crecimiento de la pobreza en el país y la destrucción de la economía hondureña ha llevado a una situación única: hoy, alrededor del 22% del PIB del país proviene de los depósitos realizados por hondureños residentes en Estados Unidos, desde donde enviaban ayuda a familiares aún residiendo en Honduras. El escenario económico adverso no hizo más que aumentar la presión sobre el  país convulsionado.

Ya en la toma de posesión de Hernández, el 20 de enero de 2018, estallaron nuevas protestas en el país, dando lugar a grandes protestas en las calles de varias ciudades, todas con enfrentamientos con la policía. Un manifestante fue asesinado en la represión y doce resultaron heridos, según dudosas estadísticas oficiales.

Se ha realizado un intento de pacificar el país con la ayuda de observadores extranjeros. Las negociaciones se interrumpirían en diciembre, iniciando una nueva ola de movilizaciones.

El año 2019 estaría marcado por protestas radicales y a gran escala en el país caribeño. El recuerdo de 10 años del golpe de Estado que depuso a Zelaya, sumado a las iniciativas del gobierno golpista, que buscaba privatizar la educación superior, saca a las calles a estudiantes y docentes, bajo una fuerte represión por parte del aparato terrorista comandado por Hernández.

En abril, los manifestantes toman las calles de Tegucigalpa y confrontan a la policía con cócteles molotov contra el programa de privatización, que incluía servicios como salud y educación. El ayuntamiento sería incendiado durante los actos públicos, que continuarían durante todo el año. En octubre, aprovechando la condena en Estados Unidos al hermano del presidente golpista por asociación con el narcotráfico, la oposición llama a nuevas protestas, que se hacen aún mayores.

En medio de la crisis de salud provocada por la pandemia, las movilizaciones pasarían por un período de enfriamiento, pero pronto se reanudarían, marcando también todo el período de 2021, culminando finalmente con la victoria electoral de Xiomara Castro.

Esta victoria sirve de ejemplo para Brasil y todos los países que sufrieron o están sufriendo golpes impulsados ​​por el imperialismo. Solamente el pueblo en la calle es capaz de derrotar a la derecha golpista en América Latina. Para ello, también es necesario radicalizarse contra el golpe, no hacer concesiones y determinar que el gobierno de izquierda será un gobierno que dará frutos para los trabajadores.

En este sentido, la izquierda no puede desmovilizar a los trabajadores mediante alianzas con golpistas. Se necesita una campaña para alentar a los estudiantes, trabajadores, campesinos y otras personas oprimidas a plantar cara al imperialismo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *