América Latina
Bolivia y Brasil: qué hacer y qué no hacer

El movimiento de Evo Morales tiene actualmente mucho más apoyo popular que el gobierno de Lula en Brasil, que abdica a la lucha en nombre de una alianza con la burguesía

PORTUGUÉS: 29/08/2025*

El día 18 Emir Sader, el sociólogo y columnista del periódico digital Brasil 247, publicó una columna con su interpretación de los acontecimientos en torno a la primera vuelta de las elecciones bolivianas. El artículo, titulado «La derrota de la izquierda en Bolivia», sin embargo, presenta una tendencia contundente a la capitulación de la izquierda en Brasil, ya que aparece como un apoyo a la política de golpe de Estado del imperialismo en el país andino.

Sader inicia su texto con sorpresa, lo que demuestra también un desconocimiento de la historia reciente de Bolivia, pues la tendencia a un triunfo de la derecha no era grande, pero sí segura, pues el único candidato capaz de impedir que la burguesía ganara las elecciones era Evo Morales, a quien se le impidió presentarse, al igual que Lula en 2018:

“Bolivia nos sorprende una vez más. Esta vez, de forma negativa. En tan solo unos meses, el país pasó de un proyecto concreto de lucha contra el neoliberalismo a una segunda vuelta electoral, con dos candidatos de derecha. Hay muchos factores que deben tenerse en cuenta para un cambio tan radical de una situación a otra.”

En 2019, Evo Morales se preparaba para su cuarto mandato como presidente de Bolivia cuando un violento golpe de Estado lo derrocó. Durante un año tras su derrocamiento, el país estuvo gobernado por Jeanine Áñez, una neoliberal.

El mero hecho de que el país fuera gobernado por Áñez ya pondría en tela de juicio la idea del emir Sader de que Bolivia tenía un «proyecto concreto para combatir el neoliberalismo». Sin embargo, en noviembre de 2020 se celebraron nuevas elecciones.

Al igual que en las elecciones brasileñas de 2018, cuando a Lula se le prohibió presentarse como candidato en un nuevo golpe de Estado, una actualización del de 2016 (deposición forzada de Dilma Rousseff), a Evo Morales también se le prohibió presentarse como candidato. Quien sustituyó a Haddad en el país vecino fue Luís «Lucho» Arce, quien había sido ministro de Morales en dos ocasiones.

Sin embargo, tras un inicio cercano a la militancia del MAS y de Evo, Arce paulatinamente comenzó a tomar el control del partido, dando un golpe de Estado contra la anterior dirección y contra toda la militancia de izquierda.

Sin embargo, el caso no es nuevo. El mismo proceso ya se había producido con Rafael Correa en Ecuador, cuando apoyó a Lenín Moreno y sufrió un golpe. En Perú, un año después de la elección de Arce, se produjo un caso similar cuando los tribunales impidieron a Vladimir Cerrón postularse a la presidencia. Su sucesor, Pedro Castillo, también dio un golpe contra el partido y llenó su gobierno de derechistas que posteriormente lo destituyeron.

Sin embargo, Emir Sader no considera todo el proceso que condujo al enfrentamiento entre Evo Morales y Luis Arce, que incluso incluyó un falso intento de golpe de Estado en el que el general Juan José Zúñiga fingió arrebatarle el poder a Lucho y luego admitió que el intento no fue más que una estratagema con el presidente para impedir que Evo se presentara a las elecciones de este año. Lo que Emir Sader ve es simplemente un choque de egos que presenta a Evo Morales como el principal villano de las elecciones actuales:

“El presidente del país era Luis Arce, ministro de Economía de Evo Morales, quien buscaba la reelección. Evo se opuso a la medida. Álvaro García Linera, quien había sido vicepresidente de Evo, propuso que se le permitiera a Arce ejercer un segundo mandato, como lo había hecho anteriormente.

Evo rechazó la propuesta y en ese momento comenzó una guerra fratricida entre él y Arce.”

En otras palabras, según la visión del sociólogo, Evo Morales debería haber caído dos veces en el mismo golpe, la primera vez en las elecciones que llevaron a Arce al gobierno de Bolivia en 2020 y la segunda en esta oportunidad, apoyando a quien le quitó el partido de las manos de los militantes evistas y se organizó con los militares para impedir que Evo volviera a ser presidente.

A continuación, más una falta de conocimiento del proceso político boliviano:

“Este último (Arce) retiró su candidatura, pero Evo, quien legalmente no puede postularse tras dos mandatos presidenciales, insistió en mantenerse en la contienda. Utilizó su capacidad de movilización campesina, especialmente en su región natal de Cochabamba, para paralizar el país.”

Si lo que dice Emir Sader fuera cierto, ¿por qué Evo simplemente no se postuló a la presidencia de Bolivia dentro del MAS? Él mismo afirma que el líder de los sindicatos cocaleros «insistió en seguir en la contienda», lo que realmente hizo, mientras intentaba fundar otro partido y luego unirse a otro ya existente, ambos bloqueados por los tribunales. Si se postuló por otros partidos, ¿por qué no lo hizo dentro del MAS?

La realidad es que no pudo postular por el MAS porque Arce tomó el partido e impidió su candidatura, participando activamente en el golpe de Estado contra la voluntad del pueblo.

Como si fuera poco, la crítica de Emir Sader al movimiento popular boliviano roza la de los periódicos conservadores que criticaron la actuación del MST en Brasil, pues, tras decir que Evo usó su popularidad «para paralizar el país», el columnista afirma:

“Mientras tanto, la situación económica, que había estado bajo control, comenzó a generar inflación y aumentos descontrolados de precios, especialmente en bienes de consumo popular. El gobierno de Arce, que parecía responsable de la crisis económica, también perdió apoyo.”

En otras palabras, los culpables de la terrible situación económica del país más pobre de Sudamérica son los que se movilizaron contra el golpe, mientras que el gobierno golpista «parecía ser responsable de la crisis» y perdió apoyo.

Como si no fuera suficiente la idea de que Evo debería haber caído por segunda vez en el mismo golpe, Sader señala como alternativa la candidatura de otro ciudadano implicado en el golpe:

“Se estableció el impasse. Andrónico Rodríguez, un joven líder campesino que fue presidente del Congreso, lanzó su candidatura como alternativa a la polarización. Pero Evo tampoco lo apoyó.”

En su programa de análisis política del día 19, Rui Costa Pimenta (presidente del PCO) explica que los candidatos que se presentaron por la izquierda en estas elecciones cumplieron el papel de impedir el desarrollo de la movilización por el voto nulo, que había sido convocada por los movimientos sociales bolivianos como denuncia contra el golpe de Estado.

El hecho de que Sader crea que Evo debe apoyar a Andrônico Rodríguez, más aún citando que se trataba de un intento de evitar la polarización del país, demuestra la completa sumisión del columnista a la política de la burguesía imperialista, precisamente la que lleva adelante el neoliberalismo en nuestra región, lo que también rompe con la idea anteriormente presentada de que la preocupación del sociólogo es encontrar una alternativa al neoliberalismo.

A continuación, se presenta nuevamente la idea de que el partido que gobernó Bolivia en las últimas décadas fue el MAS:

“La derecha, que había sido marginada del gobierno por veinte años de gobiernos del MAS, encontró la manera de ocupar su espacio, lanzando a sus dos candidatos tradicionales, que empezaron a destacar en las encuestas”.

Emir Sader cree sinceramente que Evo Morales no era elegible para la candidatura porque ejerció dos mandatos presidenciales. Sin embargo, no considera que Morales había roto con esta idea hace mucho tiempo, cumpliendo tres mandatos y siendo elegido para un cuarto cuando fue derrocado en el golpe de Estado de 2019.

Pero, si el verdadero problema no es el número de veces que Evo Morales fue elegido presidente, ¿por qué la burguesía quiso tanto impedir su candidatura?

La respuesta es sencilla: por más que Evo Morales pudiera capitular, lo que ocurrió varias veces, incluso en los ya comentados episodios de los golpes de Estado de 2019 y 2020, el imperialismo no podía permitir la elección de alguien ni remotamente popular, pues hay la necesidad de hacer tierra arrasada de las economías de los países latinoamericanos, como se ve en lo que ocurre actualmente en Argentina.

Por lo tanto, las elecciones actuales jamás podrían permitir que alguien opuesto al proyecto de destrucción neoliberal ganara. Las elecciones ya estaban con el resultado pre -establecido por la burguesía imperialista; fuera un candidato de izquierda o de derecha, cualquiera de las dos opciones conduciría a un gobierno extremadamente neoliberal.

La única oposición viable a este proyecto sería una candidatura de Evo Morales, el único candidato verdaderamente popular en el país.

Este análisis acaba con la idea de Emir Sader de que sería posible  vencer a la derecha neoliberal en las elecciones de este año. Aun así, el columnista se mostró sorprendido:

“Evo, a su vez, comenzó a hacer campaña, incluso en las calles, a favor del voto nulo. En la primera vuelta, lo que parecía impensable finalmente sucedió. Ambos candidatos de derecha pasaron a la segunda vuelta. El candidato oficial del MAS y Andrônico recibieron pocos votos, al igual que el voto nulo propuesto por Evo Morales.”

Evo Morales logró que el 20% del electorado votara en blanco en las elecciones, una importante victoria política. En conjunto, los dos candidatos “izquierdistas” obtuvieron el 8% de los votos.

Es necesario entender que el voto nulo, en las actuales circunstancias, es un voto muy crítico, lo que demuestra el nivel de conciencia política de los evistas durante la primera vuelta, desenmascarando completamente el circo montado por la burguesía para el golpe contra la voluntad popular.

El alto nivel de conciencia política demuestra que el próximo gobierno enfrentará una fuerte resistencia a las políticas de tierra arrasada que el imperialismo pretende implementar en el país.

Además, la segunda vuelta promete una victoria aún mayor para la política popular, pues ahora no existen impedimentos como el elevado número de candidatos para evitar los votos nulos, que podrían ascender a un porcentaje muy superior al 20% de la primera etapa.

La propuesta de Emir Sader para la izquierda boliviana, sin embargo, parece ser diferente a la de Evo y de los 1,6 millones de bolivianos que se negaron a votar junto al imperialismo en la primera vuelta:

“Así, Bolivia se encuentra en vísperas del regreso de la derecha al gobierno, con el fin del período virtuoso de los gobiernos del MAS, que gozaron de un amplio apoyo popular. Uno, más moderado, es Rodrigo Paz, senador de centroderecha; el otro, Jorge Tuto Quiroga, un derechista tradicional, defensor de la privatización de las empresas públicas y el retroceso del modelo neoliberal.

Rodrigo Paz ganó en la primera vuelta y se convirtió en el favorito para convertirse en el primer presidente de derecha de Bolivia en 20 años. Evo Morales, por su parte, puede considerarse victorioso. Sus partidarios lanzaron piedras y abuchearon a Andrónico cuando fue a votar, convirtiéndolo en su principal rival.”

Es decir, después de que Emir Sader dijera que Evo debió votar por uno de los izqierdistas golpistas para impedir un gobierno neoliberal, Emir Sader ya empieza a pintar la imagen del entonces demonio neoliberal Rodrigo Paz como “moderado”, “centroderechista”, alguien más digerible que Jorge Quiroga, un “derechista tradicional”, “defensor de la privatización de las empresas públicas y de la regresión del modelo neoliberal”.

¿No eran ambos, hasta entonces, en ese mismo texto, neoliberales? ¿Qué cambió en unos pocos párrafos? La realidad es que, si la segunda vuelta electoral fuera entre Quiroga y alguien aún más derechista, al menos ideológicamente, Sader estaría ahora suavizando su imagen en detrimento del otro derechista, y así hasta el infinito.

Esta es la política que practica el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, que no ha dado resultado alguno, pero que se defiende simplemente porque es del PT: la política del frente amplio y del mal menor. Así es como sectores de la izquierda brasileña, por ejemplo, pidieron el voto por Kamala Harris, la asesina de mujeres y niños palestinos, para combatir a Donald Trump.

En la práctica, lo que el emir Sader defiende es la inmovilidad popular y la sumisión eterna a los deseos del imperialismo para el país, lo que contrasta con la bravuconería de soberanía que el gobierno brasileño viene presentando recientemente. Su preocupación es que si Lula no puede presentarse, que no se haga nada, ya que muchos cargos estarían en juego si las elecciones no se celebraran con normalidad, incluso si eso implica sacrificar millones de vidas en un genocidio económico y dictatorial.

La defensa de esta política también encuentra sus raíces en el completo viraje a la derecha de la política del Partido de los Trabajadores, ya que, si se diera voz a la razón y la izquierda brasileña apoyara la candidatura de Evo Morales contra la dictadura judicial que vive Bolivia, o tratara como positivo el pedido de voto nulo de la izquierda boliviana, el apoyo a la dictadura judicial en Brasil podría poner en mala luz las elecciones del año próximo, ya que el perseguido en Brasil, en este momento, es Bolsonaro, quien tendría toda la legitimidad del mundo para pedir el voto nulo el año próximo si no pudiera ser candidato o no pudiera nominar a alguien verdaderamente acorde con sus políticas, como su esposa o sus hijos.

Es decir, la defensa del régimen político boliviano devenido en dictadura contra su población tiene su raíz en el apoyo a la dictadura del actual régimen político brasileño tras el golpe de Estado de 2016, que ya provenía de objetivos mezquinos de la izquierda burocrática, como vemos en el siguiente párrafo:

“La izquierda boliviana sufrió una severa derrota, en parte como resultado de la guerra desatada entre ex miembros del MAS. Evo emerge como la única expresión de la izquierda boliviana con cierto nivel de apoyo. Sin embargo, sigue sin poder postularse debido a una decisión judicial y carece de una mayoría en el nuevo Congreso, dominado por la derecha, que pueda revocar su destitución.”

Al leer que “Evo emerge como la única expresión de la izquierda boliviana con algún nivel de apoyo”, el lector se encuentra ante el único dato parcialmente cierto del texto de Emir Sader, que no es del todo cierto sólo porque el resultado electoral y la amplia movilización nacional demuestran que su apoyo es más fuerte entre la población boliviana que en todos los momentos de recientes vacilaciones y capitulaciones que no han llevado la izquierda a ninguna parte.

Finalmente, Emir Sader se contradice al decir que Evo aún cuenta con apoyo popular, pero termina diciendo que este es “el fin” de la política de Evo Morales:

“Un triste final para el período político más importante de la historia reciente de Bolivia. Evo mantiene un alto nivel de apoyo por haber sido el líder que personificó este proceso. Sin embargo, sin posibilidad de postularse, también debe responder por el sabotaje a una candidatura de izquierda, representada por Andrônico.”

De hecho, no es un fin. Sader lo cree así porque no lucha y tiene como único y exclusivo objetivo las elecciones. El movimiento de Evo Morales cuenta actualmente con mucho más apoyo popular que el gobierno de Lula en Brasil, que ha abandonado la lucha en favor de una alianza con la burguesía que está destruyendo su credibilidad y la de su partido (PT) en relación a los trabajadores.

Este es solo el comienzo de una nueva etapa política para la izquierda boliviana, que se inicia con una alta conciencia de la población y un gran enfrentamiento al dominio del imperialismo sobre este gran y crucial país del centro de Sudamérica. Que esta política se extienda a todos los países de nuestro continente.