COLUMNA
Por la unidad antiimperialista

El momento exige que abandonemos el sectarismo y trabajemos con todos aquellos que realmente luchan contra el imperialismo.

Escribimos esta columna no desde São Paulo, sino desde Monroe, en el estado de Nueva York, Estados Unidos. Tuvimos el honor de representar al Partido de la Causa de los Trabajadores en el tercer Congreso del Partido Comunista de Estados Unidos, evento que se lleva a cabo entre el 5 y 7 de abril. No fuimos la única delegación extranjera que participó. También participaron representantes de Corea del Sur y Reino Unido, ambos en representación de la Plataforma Antiimperialista Internacional.

Fuimos muy bien recibidos en Arrow Park, la hermosa propiedad donde nos hospedamos y donde se lleva a cabo el Congreso. El nombre tiene una historia interesante. Originalmente, a finales de la década de 1940, se fundó como Organización de Trabajadores Rusos y Estadounidenses (AROW). Se añadió una “r” al nombre durante la persecución de los comunistas norteamericanos, el macartismo, para formar la palabra “flecha”. Incluso el logo fue transformado en una flecha indígena, pero cualquiera que entre a la propiedad podrá ver en su hermoso jardín esculturas enviadas como obsequio por el gobierno de la ex Unión Soviética, incluido un busto de Alexander Pushkin.

El lugar tiene mucha historia, al igual que el partido, que reivindica la historia del Partido Comunista de Estados Unidos, fundado por John Reed, un activista estadounidense que escribió el libro “Diez días que conmocionaron al mundo”, que recoge la historia bolchevique. Revolución.

La acción conjunta de nuestros partidos y nuestra presencia en este Congreso marca un nuevo momento para los movimientos de izquierda, socialistas y antiimperialistas. Si bien el PCO es una organización trotskista, el PCUSA, como muchas otras organizaciones, defiende el legado de José Stalin. No ocultamos nuestras críticas al estalinismo –ni al trotskismo–, pero la situación política actual nos ha abierto un espacio para actuar juntos.

Estamos de acuerdo en todos los temas centrales del momento: la lucha de Rusia contra la expansión de la OTAN y el régimen nazi ucraniano; la rebelión de países africanos como Níger, Mali y Burkina Faso contra décadas de opresión francesa; y finalmente, la revolución palestina. Y, a diferencia de muchas organizaciones que dicen defender estas posiciones, pero no lo hacen en la práctica, los compañeros del PCUSA se mostraron firmes y presentes, con una postura difícil de sostener en el centro del imperialismo.

Para nosotros, la acción está por encima de la ideología. Vladimir Putin, el presidente ruso, tiene poco en común con nosotros ideológicamente, al igual que el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, que recibe nuestro apoyo incondicional en su lucha contra el monstruo sionista. Apoyamos al gobierno nacionalista burgués ruso liderado por Putin y a las brigadas Al Qassam, lideradas por Hamas, partido de orientación religiosa, en su firme lucha contra el imperialismo, algo que muchas organizaciones que se dicen trotskistas no hacen desde hace mucho tiempo. Hay algunos, como el PSTU en Brasil, que han adoptado posiciones abiertamente imperialistas, como su defensa acéfala del régimen nazi en Ucrania.

Es con gran satisfacción que continuamos este acercamiento con el PCUSA y dejamos de lado nuestras diferencias en nombre de un frente antiimperialista. Vemos este trabajo con gran optimismo y como un ejemplo del sectarismo que se ha apoderado de la izquierda brasileña. Me vienen a la mente los acontecimientos del pasado 8 de marzo mientras escribimos estas palabras: en el Día de la Mujer Trabajadora, sectores oportunistas impidieron a los compañeros del PCO hablar y, al mismo tiempo, bloquearon la campaña en defensa de las mujeres palestinas, centro de la plataforma tomada por Coletivo Rosa Luxemburgo al acto.

Tanto las organizaciones que se autodenominan trotskistas como otras que se autodenominan estalinistas –caracterizadas por nosotros simplemente como pequeñoburguesas e identitarias– sabotearon la unidad de los trabajadores en esta importante fecha en favor de pequeñas ganancias que tal vez no se materialicen.

En la etapa en la que estamos la tendencia es que estos grupos desaparezcan y prosperen frentes como el que formamos aquí en Estados Unidos. Se acabó el tiempo de la mezquina política. El momento exige una verdadera política revolucionaria, de gran huida y, sobre todo, firmemente antiimperialista.

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