EDITORIAL
Maduro debe expropiar a la burguesía venezolana

La ofensiva imperialista contra Venezuela pone en la agenda la necesidad de medidas radicales: sólo la expropiación de la burguesía puede unificar al país

El secuestro de barcos y cargamentos venezolanos por parte de las fuerzas estadounidenses no es un «incidente» diplomático u otra «sanción» en el catálogo de crímenes imperialistas. Es piratería en sentido literal: un asalto realizado con buques de guerra, al margen de cualquier ley, contra un país oprimido. El mar Caribe no es propiedad de Estados Unidos, y la pretensión de patrullarlo como si fuera su patio trasero pone de manifiesto una vez más la naturaleza criminal del imperialismo.

El presidente estadounidense Donald Trump está llevando a cabo una política que viene de lejos y que continuará, con o sin él, mientras el imperialismo mantenga su dictadura global. El asedio económico, el bloqueo y el intento permanente de asfixiar a Venezuela forman parte de una orientación de Estado del principal país imperialista del mundo. Cambian los gobiernos, cambia el envoltorio, permanece la agresión.

La agresión imperialista se basa sobre todo en la sumisión de los gobiernos y las direcciones políticas de todo el mundo. La regla es adaptarse al chantaje del imperialismo, tanto si se presenta con un barniz «democrático» como si aparece sin disfraz. La cuestión, por tanto, no es elegir qué cara es «peor», sino comprender que el imperialismo es siempre violento, siempre antidemocrático, siempre genocida y siempre criminal.

Frente a esta ofensiva, la respuesta correcta del gobierno venezolano fue llamar a la movilización popular. Las enormes manifestaciones y el llamamiento a millones de personas a unirse a las estructuras de defensa demuestran un hecho elemental: Venezuela sólo puede resistir porque cuenta con la intervención de las masas. Sólo esta movilización desmonta la farsa de la derecha proimperialista venezolana, que sueña con tomar el poder de las manos del imperialismo y no del pueblo. La política de figuras como María Corina Machado es la política abierta de entrega de la riqueza nacional al saqueo extranjero.

Pero la movilización popular, para ser llevada hasta el final, requiere una medida decisiva. En una situación de guerra, la burguesía nacional no es «neutral»: es el partido interno del imperialismo. Por eso Maduro debe expropiar a la burguesía venezolana. Es la única medida capaz de unificar consecuentemente al país en la lucha antiimperialista. Todo capitalista, toda empresa que trabaje contra el esfuerzo de resistencia debe ser expropiada. Y en el caso venezolano, toda la burguesía está objetivamente en el campo del enemigo.

La historia lo demuestra claramente. La Revolución Cubana no nació, en el programa inicial de su dirección, como un proceso de expropiación general del capital. Hubo intentos de conciliación, de acomodo con sectores burgueses, e incluso el nombramiento de figuras vinculadas a la gran burguesía en puestos de mando. Fue la presión directa del imperialismo -y la reacción de las masas- lo que empujó a la revolución hacia una ruptura: ante la agresión, la expropiación se convirtió en una condición para la supervivencia. La derrota de la invasión de Bahía de Cochinos no se explica por maniobras diplomáticas, sino por el salto político producido por la movilización popular y el armamento del pueblo.

Venezuela se enfrenta a un dilema similar. Si millones de trabajadores son llamados a defender la nación, si el pueblo es llamado a sostener la resistencia, entonces el poder tiende a desplazarse. El patrón que sabotea, el empresario que apuesta por la invasión, el sector burgués que organiza boicots y conspiraciones se convierte, en la práctica, en el blanco directo de la acción de las masas.

En Brasil, este problema se agrava porque el gobierno de Lula actúa como freno. Su postura de silencio, combinada con intervenciones que siembran confusión – como las propuestas de «referéndum» en medio de una escalada de amenazas – es colaboración con la ofensiva imperialista. No existe neutralidad cuando una dictadura mundial ataca a un país oprimido. Pretender ser neutral es, en la práctica, alinearse con el imperialismo y contribuir a desarmar políticamente a quienes podrían movilizarse en defensa de Venezuela.

La tarea, por tanto, es doble y urgente. En Venezuela, avanzar de la movilización a la expropiación de la burguesía, consolidando la unidad nacional contra el enemigo externo e interno. En Brasil, romper la pasividad impuesta por la política del gobierno y organizar la solidaridad activa: acciones, campaña permanente y movilización real en defensa de Venezuela.

PORTUGUÉS: 15/12/2025