América Latina
Halcón de EEUU pide el derrocamiento inmediato de Maduro
EE UU ha movilizado un grupo de ataque de portaaviones y 15.000 soldados en la región

En un artículo publicado por Folha de S.Paulo el 18 de noviembre, bajo el título Por qué Estados Unidos debería derrocar a Nicolás Maduro, Bret Stephens defiende una invasión «quirúrgica» para capturar a Maduro, comparándola con operaciones pasadas como la de Manuel Noriega en Panamá en 1989. Sus argumentos -tráfico de drogas, lazos con «enemigos» como Irán y la exportación de «inestabilidad» a través de 8 millones de refugiados- provienen de informes de InSight Crime y de informes de la anterior administración de Biden. Pero aquí está el punto crucial: Stephens, un neocon, se alinea con la línea dura demócrata, no con el proyecto trumpista. Donald Trump, en declaraciones el 14 de noviembre, dudó en revelar planes, incluso sugirió diálogos con Maduro y rechazó ofertas de «reparto de minerales». Trump, con su doctrina «America First», prioriza los aranceles contra Pekín, no las costosas guerras en el continente.
La verdadera mano detrás de la cortina es la de los demócratas. Bajo la influencia de think tanks como el Council on Foreign Relations (CFR), alineado con el ala más imperialista del Estado norteamericano, EEUU ha movilizado un grupo de ataque de portaaviones y 15.000 soldados en la región. Esto no es sólo una puesta en escena, es la continuación de la «distensión selectiva» de Biden, que suavizó las sanciones en 2023 para las negociaciones electorales, pero las restableció después de las elecciones venezolanas de 2024. La oposición, liderada por María Corina Machado -Premio Nobel de la Paz en 2025 y ahora prófuga- fue reconocida como legítima vencedora por el imperialismo, con Edmundo González nombrado presidente electo. Bajo esta influencia, se anunciaron operaciones antinarcóticos en América Latina, que suenan a Doctrina Monroe 2.0: cualquier alianza entre Caracas y los rusos o los iraníes es una amenaza existencial.
El imperialismo democrático utiliza la «moralidad» como pretexto. Stephens habla del «sufrimiento» venezolano -hambre, colapso sanitario, violencia- para justificar los bombardeos, pero ignora que las sanciones estadounidenses han empobrecido al pueblo mientras enriquecían a la burguesía imperialista. Es una estrategia de intervencionismo «humanitario» para asegurar recursos (petróleo, litio) y frenar la tendencia a la rebelión en el continente. A diferencia de Trump, que recortó tropas en Afganistán en 2021 para evitar un atolladero, los demócratas ven en Venezuela una prueba para restaurar su hegemonía en medio de la debacle de la guerra en Ucrania. Stephens apuesta por la «clemencia para los desertores» y el apoyo popular a González para una transición rápida.
Lo que está en juego es el control del territorio venezolano. Y la administración de Donald Trump, a pesar de parecer dueña de las acciones, se pliega a la presión interna del ala más belicista del imperialismo. El Partido Demócrata, que utiliza la «democracia» para robar al pueblo de Venezuela.




