AMÉRICA LATINA
Grayzone revela: EEUU organizó un golpe de Estado en Venezuela en 2020

Portal expone toda la trama a través de documentos, correos electrónicos y confesiones

Documentos recientemente publicados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos refuerzan que la fallida Operación Gedeón, el intento de invasión a Venezuela en mayo de 2020, estuvo lejos de ser una aventura aislada de un mercenario descerebrado. Los archivos indican que figuras centrales de la administración de Donald Trump tenían conocimiento previo y ayudaron a montar un golpe de Estado de terceros, planeado para capturar al presidente Nicolás Maduro.

En el centro de la trama golpista está Jordan Goudreau, un exmilitar que creó la empresa de seguridad Silvercorp USA y fue nombrado «jefe» de la incursión armada que partió de Colombia hacia las costas venezolanas el 3 de mayo de 2020. Pero según el material obtenido por la defensa de Goudreau, éste actuó desde el principio como parte de un acuerdo más amplio que unió a la oposición venezolana de Juan Guaidó, lobistas de Washington, operativos de la CIA y altos funcionarios de la administración Trump. El propio Goudreau presentó a la prensa un contrato de más de 200 millones de dólares firmado con el «gobierno interino» de Guaidó para «capturar/disuadir/remover» a Maduro, con una bonificación millonaria vinculada al eventual éxito del golpe

La Operación Gedeón fue concebida como la continuación de una escalada que venía de antes: el reconocimiento de Guaidó como «presidente» para tomar el control de activos como Citgo y el oro venezolano en el Banco de Inglaterra, la farsa «humanitaria» de Cúcuta en 2019 y el intento de alzamiento militar del 30 de abril de ese año. Cada fracaso profundizó la crisis de legitimidad de la oposición y empujó al imperialismo hacia soluciones bélicas cada vez más abiertas, mezclando el sabotaje de infraestructuras, las sanciones y el uso de mercenarios

Los nuevos archivos incluyen declaraciones al FBI, correos electrónicos internos y registros de reuniones que sitúan a nombres como Elliot Abrams, John Bolton, asesores del Consejo de Seguridad Nacional y altos cargos de la CIA en el entorno directo de Trump como conocedores y, en ocasiones, garantes de la preparación del golpe. Un consorcio de capitalistas denominado «Gobiernos Globales» trabajó conjuntamente en Washington para convertir la caída de Maduro en un festival de contratos de reconstrucción, privatización de sectores estratégicos y explotación del petróleo venezolano.

Entre reuniones en clubes exclusivos de la capital estadounidense, hoteles de lujo en Florida y oficinas compartidas en Miami, los emisarios de Guaidó vendieron el complot como una «ventana histórica» para que los aliados de EEUU «agarren empresas y cobren», mientras discutían la logística de una acción militar con intermediarios de la CIA y el Comando Sur. Los testimonios dan cuenta incluso de grotescas propuestas de operaciones de «bandera falsa» y hasta de propagación de enfermedades en círculos sociales vinculados al gobierno venezolano, así como de planes para entrenar a cientos de combatientes en instalaciones de Academi, sucesora de Blackwater

Los mismos operadores que hablaban en nombre de la «libertad» aparecen en los archivos organizando apagones, sabotajes y campañas de desinformación, en coordinación con empresas de propaganda asociadas a la inteligencia estadounidense, como el Grupo Rendon. En este caldo de cinismo, la oposición entrenaba milicianos en Colombia, negociaba con narcotraficantes y pedía la bendición de Álvaro Uribe y otros representantes de la ultraderecha latinoamericana, todo bajo la cobertura de ONG, «conciertos solidarios» y discursos contra la fantasmagórica «dictadura» venezolana

En las primeras horas del 3 de mayo de 2020, dos barcos con ex soldados estadounidenses y venezolanos entrenados en la selva colombiana intentaron alcanzar la costa de La Guaira con la esperanza de ser recibidos como «libertadores». En lugar de ello, fueron repelidos y capturados por las fuerzas de seguridad y los propios pescadores de la región, en un desenlace tan desastroso que la operación fue bautizada como la «Bahía de Cochinos venezolana». Al menos ocho exiliados murieron, decenas fueron detenidos y dos ex militares aparecieron en la televisión venezolana confesando su participación en el complot.

Mientras Mike Pompeo se apresuraba a negar cualquier «implicación directa» de Estados Unidos, la propaganda oficial culpaba exclusivamente a Goudreau, presentado como un mercenario incontrolado que había actuado por su cuenta en busca de una recompensa. Pero el contrato con Guaidó, los intercambios de mensajes con asesores de Pence y funcionarios del Departamento de Estado, más la propia cláusula de «negación plausible», que autorizaba al «gobierno interino» a lavarse las manos en caso de fracaso, desmontan esta cómoda versión

Al final, los archivos revelan que la Operación Gedeón fue, en la práctica, un experimento de «golpe privatizado», en el que los cuarteles generales imperialistas utilizaron empresas de seguridad e intermediarios para hacer el trabajo sucio.

PORTUGUÉS: 27/11/2025