HAMÁS
Los marxistas pueden, sí, apoyar el ‘fundamentalismo islámico’

Un marxista verdaderamente conocedor de la doctrina revolucionaria no arrojaría a un partido al campo de la reacción simplemente por su ideología y sin considerar su base social

El 2 de octubre de 2007, el sitio In Defence of Marxism publicó el artículo Why Marxists cannot support Islamic fundamentalism – the case of Hamas (Por qué los marxistas no pueden apoyar el fundamentalismo islámico: el caso de Hamás, en Español), aportando comentarios críticos a otro artículo publicado en el mismo portal y titulado The victory of Hamas in Gaza and the questions facing Israeli and Palestinian workers (Yehuda Stern, 11/7/2007).

Según el artículo,

“Hamás es un partido burgués reaccionario”,

una colocación simplemente jugada sin ninguna demostración de la razón por la cual

“nosotros [los marxistas] debemos desenmascararlo y luchar contra él”

Esta posición irreflexiva, tomada en serio, colocaría a marxistas y sionistas uno al lado del otro y en contra del pueblo palestino.

Solo el sectarismo más obtuso puede hacer normal una política tan desorientada como “luchar contra” un partido popular y apoyado por una población oprimida. El portal en cuestión demuestra con este artículo que formuló su política olvidando cuán derechista se volvió Fatah, especialmente después de los infames Acuerdos de Oslo, cuando el otrora partido revolucionario capituló, cambiando su política hacia una conciliación con el sionismo dirigida contra el pueblo palestino. El apoyo de las masas palestinas fue fundamental para que el partido Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás, por sus siglas en árabe) emergiera como una fuerza capaz de enfrentar la capitulación de la Autoridad Palestina (AP) y el sionismo.

Al comentar sobre este conflicto que se estaba desarrollando entre los dos principales partidos palestinos, el portal refuerza sus críticas al partido palestino:

“No hay un solo átomo progresista en estas políticas del Hamás”,

dice el artículo firmado por el cuerpo editorial del sitio, añadiendo que

“la guerra entre las fuerzas reaccionarias para determinar cuál de ellas será la representante de los imperialistas en el país no es una guerra en la que debamos participar. Los revolucionarios no necesitan apoyar a un bando contra el otro. Por el contrario, la política de los marxistas es denunciar esta guerra [entre Fatah y Hamás] y exigir políticas de clase por parte de las organizaciones de masa”,

casi que anticipando el abominable “fuera todos”, consigna y política ampliamente utilizadas por los sectores golpistas de la izquierda brasileña durante el golpe que derrocó a la entonces presidenta del PT, Dilma Rousseff.

La similitud, sin embargo, va más allá de una cuestión meramente estética. Durante la campaña de la derecha contra el gobierno recién electo, PSOL, PCB, PSTU y otras organizaciones más pequeñas se lanzaron de lleno a atacar al PT, con las más diversas consideraciones. Una de ellas en particular, proclamada por el profesor de Economía Nildo Ouriques (del PSOL en SC), suponía que la caída del PT abriría el camino a segmentos revolucionarios de la izquierda. En el mundo real, Brasil terminó con dos años de Michel Temer (MDB) y cuatro de Jair Bolsonaro (PL), evidenciando cuán equivocadas son las valoraciones que consideran la cuestión ideológica por encima de la composición social de un determinado grupo político. Esto es lo que hicieron los izquierdistas brasileños al considerar que el golpe ponía a la revolución brasileña en marcha, y es el error del portal al considerar la política de Hamás igual que la de Fatah.

Para convertirse en el “representante del imperialismo” en Palestina, el entonces partido palestino en ascenso necesitaría adoptar políticas que lo pondrían en choque con las masas, que ya en ese momento apoyaban a Hamás precisamente porque no reconocían a Fatah como una expresión de las aspiraciones de la población árabe. Al despreciar el movimiento de masas por consideraciones menores, el In Defence of Marxism no demuestra su independencia, sino su sectarismo.

“El camarada Yehuda Stern tiene razón cuando dice: ‘La victoria de ‘Hamás’ en Gaza no resuelve ninguno de los problemas fundamentales de las masas palestinas’ y que ‘habría que ser un tonto para considerar a Hamás como una organización revolucionaria o incluso consistentemente antiimperialista’”.

 Nada como el tiempo para aclarar posiciones equivocadas como esta. Sin embargo, un observador atento nunca haría tales afirmaciones sin considerar el fundamento social de las fuerzas políticas analizadas.

Convirtiéndose de un partido revolucionario a una organización pro imperialista, el Fatah pudo mantener su existencia hasta el surgimiento de una fuerza antagonista, que solo podría provenir de la propia población. Siendo el partido dirigente de la Autoridad Palestina apoyado por el imperialismo, solo un apoyo popular sólido y masivo a Hamás podría sostener la lucha librada contra la capitulación del Fatah. La falta de este tipo de observación, elemental para cualquier marxista que se proponga analizar un fenómeno social determinado, también pone de relieve las lagunas en la formación teórica básica del grupo.

“Incluso vemos”,

continúa el sitio web, comentando el artículo original editado por ellos, 

“que en el artículo se afirma que la guerra de Hamás es ‘una batalla decisiva entre el imperialismo y el pueblo palestino’ y que su victoria es ‘un duro golpe contra el imperialismo’, etc. Si ese fuera el caso, el camarada tendría derecho a exigir apoyo político para Hamás (=fundamentalistas) y sería un grave error no hacerlo… Sin embargo, toda esta charla de “batalla decisiva” y “golpe severo” está mal, y la verdad es que Hamás ‘solo quiere bancos y monopolios con nombres islámicos’”, concluye.

Ahora bien, es posible que los militantes de Hamás incluso deseen hacerlo (si es que realmente lo desean), pero la cuestión es si las condiciones para que se creen “bancos y monopolios con nombres islámicos” en Gaza están dadas.

Infinitamente más poderosa que la Franja de Gaza, China enfrenta la amenaza de una guerra para impedir la expansión de su capital. Brasil, la más desarrollada nación de desarrollo capitalista atrasado, vio su industria de construcción civil destruida por la acción del imperialismo, que tampoco perdonó a la superminoritaria industria de carne in natura. Si países como China y Brasil no pueden desarrollar sus propios monopolios, ¿puede hacerlo la Franja de Gaza, incluso si Hamás sueña con ello?

Sin embargo, lo que la historia del siglo XX demuestra como probable es que se desarrolle una lucha nacionalista y, en el desarrollo del embate contra el imperialismo, el nacionalismo lleve a las vanguardias para posiciones más a la izquierda. Esto se vio en Cuba, cuando el Movimiento 26 de Julio aspiraba a poner fin a la dictadura pro imperialista de Fulgencio Batista y establecer una democracia burguesa. El curso de los acontecimientos y sobre todo el choque con el imperialismo, sin embargo, llevó a los revolucionarios cubanos a adoptar políticas cada vez más hacia la izquierda, hasta que, finalmente, el régimen revolucionario se declaró socialista, una forma de evitar la destrucción del régimen por la presión norteamericana, convirtiendo a Cuba en el primer estado operario del continente americano.

Este tipo de percepción es lo que falta en el análisis sectario realizado por el grupo y otros izquierdistas que insisten en criticar a Hamás por sus posiciones políticas. Estas no son posiciones que un marxista adoptaría, naturalmente, pero dada la composición social del partido y especialmente a la luz de lo que ha enseñado el siglo XX, las confusiones ideológicas del partido palestino pueden revertirse.

Si el sitio realmente hubiera entendido el marxismo, habría percibido tales matices y nunca se habría opuesto directamente a Hamás, como lo hizo. El hecho de que el programa del partido se base en el Islam, aunque extraño para la izquierda de los países más desarrollados, no lo es para los pueblos de Oriente Medio, donde la fe constituye también un factor de identidad nacional y también de enfrentamiento a la opresión imperialista, aunque oriundo de confusiones de los árabes.

Una vez más, un marxista conocedor de la doctrina revolucionaria consideraría este fenómeno antes de arrojar a los militantes de Hamás al campo de las fuerzas reaccionarias y, peor aún, del imperialismo. A lo final, es el In Defence of Marxism que toma las posiciones deseadas por los imperialistas, que busca temas sumamente secundarios para difamar a los revolucionarios palestinos y, con ello, su lucha por la libertación de Palestina.

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