POLÍTICA INTERNACIONAL
Imperialismo sube el tono con Lula por su política exterior

A diferencia de los sectores que caracterizan al gobierno de Lula como un lacayo de EE.UU., al imperialismo le preocupa la política internacional brasileña

ORIGINAL: 22/03/2023*

Si sectores de izquierda y, más ampliamente, aquellos que se dicen nacionalistas, han demostrado enormes dificultades para caracterizar con precisión al actual gobierno de Lula, vemos que el imperialismo no está acometido por las mismas confusiones. La asociación de periódicos, estaciones de radio y televisión estadounidenses que comandan la AP news, publicó recientemente un artículo que señala el coraje del petista al adoptar una política independiente en medio de la inmensa presión de los países capitalistas avanzados, especialmente de EE.UU.

“En las últimas semanas, el Brasil de Lula envió una delegación a Venezuela, se negó a firmar una resolución de la ONU condenando las violaciones de los derechos humanos en Nicaragua, permitió el atraque de buques de guerra iraníes en Río de Janeiro y se negó rotundamente a enviar armas a Ucrania, en guerra con Rusia .

Estas decisiones generaron preocupación en Estados Unidos y Europa, pero los expertos dijeron que Lula está reactivando el principio de no alineación de décadas de Brasil para crear una política que proteja mejor sus intereses en un mundo cada vez más multipolar.”

Como apunta la materia del periódico burgués, el actual gobierno brasileño ha demostrado —en diversos momentos— que su política exterior no se edita en Washington. La posición que se está constituyendo visa a un delicado equilibrio entre las fuerzas que colisionan en este nuevo mundo, a punto de nacer.

A pesar de que el mencionado periódico establece caracterizaciones de carácter moralista, como colocar a todos los países activamente antiimperialistas en la misma canasta abstracta de “regímenes autoritarios”, el artículo tiene razón al demostrar cómo las grandes potencias capitalistas ven el ajedrez brasileño.

“El cambio provocó reproches de Estados Unidos e Israel. ‘Acomodar buques de guerra iraníes envía un mensaje equivocado’, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, durante una sesión informativa el 9 de marzo.

Agregó: ‘Pero Brasil es un país soberano y se les permite tomar su propia decisión sobre cómo se van a relacionar con otro país’.”

El péndulo brasileño

Como decía el gran Gerson “canhotinha (zurdo) de ouro”: la diferencia entre el Rey y “Mané” era que Pelé, a pesar de ser genial, era posible imaginar lo que iba a hacer, lo difícil era detenerlo. Sin embargo, con Garrincha fue otra cosa. Según Canhotinha, el indio Fulni-ô hacía imposible que el oponente anticipara cualquiera de sus regates. La política exterior brasileña del gobierno de Lula tiene esa sangre regateadora. Los movimientos del petista son ambiguos, siempre abiertos, nunca taxativos. El movimiento pendular que ejerce Brasil, entre el polo chino-ruso y el polo imperialista euro americano, nos da la piedra de Roseta para traducir la naturaleza de este gobierno.

Según muchos “expertos”, el Partido de los Trabajadores, Lula y, en consecuencia, su gobierno serían una especie de rama del Partido Demócrata estadounidense. El mismo Partido que Joe Biden y los Clinton. No existe la menor preocupación por caracterizar históricamente quién es Lula, qué es esa federación de tendencias llamada “PT”, y mucho menos sus vínculos concretos con las distintas clases y fracciones de clase en disputa en la sociedad brasileña. Al contrario, quieren juntar todo en un mismo paquete de siervos del imperio, como si un Gabriel Boric en Chile y un Lula en Brasil tuvieran la misma naturaleza política. Un disparate total, que grita la incompetencia de tales “expertos”, como refutan los estudiosos entrevistados por la APnews.

“Brasil mostró su voluntad de seguir una política exterior independiente de los Estados Unidos y los países europeos cuando permitió el atraque de dos buques de guerra iraníes”, agregó Guimarães.

Poner las cosas en su lugar

La política internacional brasileña no es una ruptura con el imperialismo. Tal política es imposible en vista de la correlación de fuerzas internas en Brasil. Sin embargo, es risible este intento verdaderamente absurdo que caracteriza al PT como una rama del imperio, por tener políticos pequeñoburgueses influenciados por las líneas estadounidenses, o dar espacio en los ministerios a un ala “ONGueira”, directamente vinculada a los EE.UU.

El gobierno de Lula es, ante todo, un gobierno débil y contradictorio. Es contradictorio porque está compuesto por “griegos y troyanos”, en un intento de garantizar la estabilidad política a través de una estrategia institucionalista. Y es un gobierno débil porque ya surge bajo presión, con los militares más presentes en la política nacional, un STF protagonista, una sociedad dividida por falsas polarizaciones, con el golpe de 2016 aun sin remediar y con reluctancia a convocar a las grandes masas populares para tomar las calles en nombre de sus propios intereses.

Sin embargo, aunque sea débil y contradictorio, el gobierno Lula apuesta a este juego pendular, “garrinchesco”, hacia una política más independiente, que pone sobre la mesa los intereses brasileños y se sale de la brújula de Washington. Y si incluso débiles y amurallados, Lula y el PT están apostando a una política internacional independiente, ¿cómo podemos caracterizarlos como un tentáculo del Partido Demócrata? Solo con dosis masivas de deshonestidad intelectual es posible tragarse este crudo intento de desestabilización promovida por tipos vende-patria bolsonaristas, que se volvieron “nacionalistas” en el gobierno Lula, como Kim D. Paim.

La necesidad de la movilización de masas

Como ya hemos señalado en otros artículos y vídeos, la política del Partido de la Causa Operaria es de apoyo irrestricto a la lucha contra el imperialismo. Aquí es donde entra el apoyo a la lucha rusa, que no es contra Ucrania, sino contra toda la OTAN. No tenemos afinidades ideológicas con el gobierno de Moscú, pero entendemos que la lucha contra el imperialismo es, en sí misma, una lucha revolucionaria, ya sea que sus actores lo sepan o no. En Brasil, la política pendular de Lula representa un avance significativo con relación al felpudismo de Bolsonaro. Sin embargo, sin la entrada de las amplias masas populares en la lucha política, el amurallamiento contra Lula continuará, lo que pone en riesgo no solo la política internacional, sino los intereses populares que eligieron al presidente. Y el peligro va más allá: el propio gobierno, por su fragilidad, también corre grave riesgo de un nuevo golpe si las masas quedan al margen de la lucha política nacional.

En suma, la política internacional brasileña está limitada por la correlación de fuerzas en la política nacional, que es desfavorable para las clases populares, tendiendo a empeorar por el mantenimiento de una estrategia institucionalista. Sin llevar la lucha política a las calles, movilizando a las amplias masas populares y, en especial, a la clase trabajadora, tendremos a la burguesía asociada al imperialismo libre para maniobrar, al gobierno Lula al borde del precipicio y la política internacional volverá a estar ligada a los intereses norteamericanos.

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